lunes, 6 de noviembre de 2017

Crónica de un sueño cumplido: New York Maraton

Ha sido una pasada correr el Maratón de Nueva York. La experiencia ha superado MUCHO cualquier cosa que me esperaba o que me hubieran contado.

Antes de nada, agradecer a mis familiares el apoyo estos meses, el económico, y el no económico. Sin ellos esta locura no habría sido realidad. A Marta su PACIENCIA, ánimo y cariño desde el primer día ("Me he apuntado al sorteo de los dorsales del maratón de Nueva York..") hasta el último metro del maratón #JuntosEsMejor. También a todos aquellos amigos que han gastado un segundo de su tiempo en interesarse por cómo iba, sensaciones e incluso seguir el tracking de la carrera como si se tratase casi de la final de la Champions. Y por supuesto a los 'patrocinadores' del regalo de cumpleaños en forma de zapatillas que me han ayudado a volar hoy por la Quinta Avenida.

Mención especial a Ortega, él sabe que sin su ayuda, y no sólo en momentos PUNTUALES, no hubiera sido posible y a María Díaz, "Me duele aquí, pero no puedes dejarme sin correr más de 2 días", frase repetida una y otra vez en su Centro de Fisioterapia y Osteopatía Ancares. Y también destacar la motivación que me ha dado ayudar a Unoentrecienmil con su dorsal solidario de http://www.objetivo52.com 

Es el evento 'deportivo' mejor organizado en el que estado. Me parece increíble cómo paran una ciudad entera para que 52.000 tarados corramos... pero lo hacen. El deportista popular pasa a ser una estrella (no paran de felicitarte al verte con la medalla) y se vuelcan durante la carrera. "Corre como si te persiguiera Donald Trump", espectacular cartel de animación... uno de muchos. Geniales.

Llegar a la salida y que nos juntásemos unos cuantos españoles, totalmente desconocidos, a hablar de lo mal que está el Atlético ha sido maravilloso para acabar con los nervios. Hacia un día perfecto para mi gusto, sin sol y 'fresquete' pero la lluvia no se lo ha querido perder... Tras salir del puente he visto que iba más rápido de lo que debía, pero me sentía cómodo y con buenas sensaciones (ERROR). Ver a Marta en el kilómetro 12 (no sabíamos si íbamos a ser capaces de encontrarnos entre tanta gente) me ha subido mucho el ánimo, unido al primer 'gelecito' de la mañana. Brooklyn es, para mí, el mejor momento del Maratón. Mucho ambiente en la calle, música, grandes avenidas y calles pequeñas... y vas volando. Puentecito pequeño, paso corto por Queens... y el Queensboro Bridge. PUTOS PUENTES. Justo al pasar la media maratón he comenzado sentir las piernas pesadas. NORMAL. He decido bajar un poco el ritmo.

Estaba avisado de que la Primera Avenida es ETERNA y muy dura... Justo he vuelto a ver a Marta al comienzo de ésta, pero se me ha hecho interminable. Tira parriba, tendida pero sin dar tregua durante casi 7 kilómetros. Mucha gente gritándome "Aúpa Atleti', algo es algo. Al llegar al Bronx (puente mediante) y cruzar a Harlem (Sí, amigos, otro puente que te parte las piernas subiendo y te las remata bajando), kilómetro 35 y los pinchazos en las piernas empiezan a avisar. Pese a haber bebido agua, Gatorade y geles (La tercera guerra Mundial empezará por un avituallamiento de un maratón, avisados estáis), la paliza que llevo es 'importante.

 Los toboganes de La Quinta no han colaborado NADA, e incluso he tenido que parar a estirar porque el tema se empezaba a complicar demasiado. Veo que voy 'en tiempo', aunque he perdido la ventaja que tenía al llegar al Bronx, me da lo mismo porque ya se ve Central Park al fondo. Decido dejar de mirar el reloj, ajustar un ritmo cómodo y constante donde no me dieran muchos calambres (He descubierto músculos que desconocía tener) y disfrutar. Seguir disfrutando. "¿Cuándo vas a estar tan cerca de acabar el Maratón de Nueva York?" No hay dolor. (Sí había, sí)
Sólo faltaban 5 kilómetros y el día anterior habíamos paseado por ahí mientras visitábamos el Metropolitan, conocía el terreno. Salimos de Central Park, última milla y veo a Marta rodeado de italianas, pero mi chica grita MUCHO MÁS que ellas... pelos de punta. Giro para volver a entrar al Parque, cartel de 800 metros... y el último ejercicio de nunca dejar de creer; aprieto con lo poco que me queda mientras veo que la mayoría andan, reptan o nadan entre la lluvia. Está hecho. Cruzo la meta, no sé cómo, paro el reloj y recojo la medalla. 3:44:29, objetivo cumplido, más allá del resultado. Después de 7 meses dedicados a esto, los esfuerzos, MUCHOS, han valido la pena.

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